Las microondas se parecen mucho a los rayos X en el espectro electromagnético; muchos estudios, desdeñados por las agencias sanitarias gubernamentales estadounidenses, han advertido de los graves riesgos para la salud que supone la exposición a las microondas.
Las microondas «cuecen» los alimentos alternando la polaridad magnética de sus átomos miles de veces por segundo, cambiando su estructura, y produciendo calor por la fricción de los átomos, dando al alimento la apariencia, la textura y el sabor de un alimento cocido.